jueves, 20 de octubre de 2011

Ensayos claves de los ochenta

José Matos Mar, Desborde popular y crisis del Estado. Veinte años después. Lima, Fondo Editorial del Congreso de la República, 2004.*

Félix Reátegui

Pontificia Universidad Católica del Perú

Durante la década de 1980 se manifestaron de la manera más crítica los diversos cambios que venían gestándose en la sociedad peruana desde décadas atrás. Todas las crisis convergieron, entonces, sobre una sociedad que además experimentaba los rigores de un conflicto armado interno que llegaría a ocasionar casi 70 mil víctimas fatales.1 El descalabro financiero del país terminó por desbaratar el sistema productivo y comercial, profundizó la pobreza y acentuó la marginalidad social. Al mismo tiempo, esos fracasos económicos, junto con la violencia ya mencionada, debilitaron severamente las posibilidades de consolidación de la democracia recuperada a inicios de la década tras doce años de dictadura militar.

El lugar común es inevitable: las épocas de crisis son épocas interesantes, momentos que estimulan la imaginación interpretativa. No hay que extrañarse, por ello, de que alrededor de esos años hayan aparecido interesantes ensayos de comprensión global de la sociedad peruana contemporánea.

Desborde popular y crisis del Estado (1984), el estudio del antropólogo José Matos Mar reeditado en el año 2004, veinte años después de su lanzamiento, es apenas uno –es cierto que uno de los más notables– de una nutrida nómina de textos fundamentales. Hay que mencionar entre ellos el muy influyente Clases, Estado y nación en el Perú (1978), de Julio Cotler;2 las interpretaciones sobre la nueva y heterogénea configuración cultural peruana realizadas por Carlos Franco y recogidas en La

otra modernidad. Imágenes de la sociedad peruana

(1991); la desafiante reflexión sobre la utopía andina recogida por Alberto Flores Galindo en Buscando un Inca (1986) y, en un plano más disperso, las relecturas a varias voces de la obra literaria de José María Arguedas: criticado en los años sesenta por la inexactitud etnográfica de Todas las sangres,3 Arguedas fue releído y revalorado en los ochenta como intérprete de una original modernidad peruana –una modernidad no

*

Reseña publicada originalmente en http://www.dissidences.org/ReviewMatosmar.html Se reproduce aquí gracias a la autorización del autor.

1

La cifra proviene de la investigación sobre los veinte años de violencia vividos en el Perú (1980-2000) realizadas por la Comisión de la Verdad y Reconciliación de ese país y cuyos resultados constan en su Informe Final, Lima, CVR, 2003.

2

Acaba de ser reeditado en el año 2005 por el Instituto de Estudios Peruanos con un ensayo retrospectivo del autor.

3

Véase al respecto Rochabrún, Guillermo ed. La Mesa Redonda sobre Todas las Sangres del 23 de junio de 1965. Lima, IEP-PUCP, 2000. Tiene especial interés el trabajo del editor incluido en el volumen con el título "Las trampas del pensamiento. Una lectura de la mesa redonda sobre Todas las Sangres ".

1 http://www.cholonautas.edu.pe -

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etnocéntrica, una modernidad popular– en su novela póstuma e inconclusa

El zorro de arriba y el zorro de abajo. Este improvisado panorama estaría incompleto, sin embargo, sin la mención de un autor que, viniendo de otra comunidad académica y política, llegó a acuñar una poderosa imagen para interpretar los cambios de la vida económica del país. El otro sendero (1986), de Hernando de Soto, y su interpretación de la informalidad como una energía creadora que se impone a la estrechez del viejo Estado burocrático, es el complemento liberal ineludible a un momento hermenéutico casi enteramente identificado con la renovación del pensamiento de izquierda en el Perú.

No es imposible, finalmente, oír en el reverso de esos diversos textos el diálogo de la ciencia social peruana con las renovaciones teóricas que se producían en los Estados Unidos y Europa. Los ecos débiles, pero todavía audibles, del estructuralismo, tan influyente en las lecturas del carácter de la economía peruana en los años setenta, cedían el paso a otras preguntas centradas, por un lado, en individuos y subjetividades,4 y por otro, en una comprensión más compleja de los fenómenos culturales y de las realidades nacionales. Sin dejar de ser crítica respecto del orden establecido en el Perú, la ciencia social se hacía más dúctil y dirigía sus linternas hacia terrenos antes no transitados o examinados con inexacta rigidez, como el de las complejas figuraciones de la cultura.

En este contexto académico e ideológico, no es un encomio exagerado calificar

Desborde popular y crisis del Estado como un libro renovador. Su reedición, veinte años después, permite ver en retrospectiva qué giros anunció en la reflexión académica sobre el Perú y también de qué manera los desarrollos teóricos de las dos últimas décadas han ayudado a mirar con más finura los problemas que ahí se planteaban, esforzadamente, con un léxico que ya resultaba insuficiente para expresar las preocupaciones del autor.

Cuando aparece

Desborde popular y crisis del Estado, en 1984, la crítica académica de la sociedad peruana se hallaba bifurcada principalmente en dos tendencias. Una, más propiamente clásica, uncida todavía a los ordenados esquemas analíticos provenientes de la teoría de la modernización y del desarrollismo, invitaba a leer el proceso socioeconómico peruano de las últimas décadas en términos de desorden, disfunción y anomalías respecto de lo que debería ser una sociedad que se moderniza. El tránsito de una sociedad mayormente rural y agrícola a una urbana e industrial

4

Fue importante, por explícita, la postura al respecto de Guillermo Nugent en "Las perspectivas del mundo de la vida en las investigaciones de las ciencias sociales" en Debates en Sociología, 16, 1991, revista del Departamento de Ciencias Sociales de la Pontificia Universidad Católica del Perú. El texto de Guillermo Nugent realiza la interesante labor de poner de manifiesto, en un argumento razonado, los cambios teóricos que estaba asumiendo y adoptaría más a fondo un sector de la investigación sociológica en el Perú.

2 http://www.cholonautas.edu.pe -

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debería haber ido de la mano con una ordenada expansión de la clase media y un retroceso consistente de las creencias y prácticas tradicionales en beneficio de una cultura moderna: abstracción, individualización, absorción de los poderes por un Estado central, distinción entre funciones y personas, generalización e integración de un mercado interno, un sistema de partidos permanente eran algunos de los rasgos esperados de esa sociedad modernizada.5 La manera abrupta, con saltos de etapas, en que se producía la gran transformación de la sociedad peruana, tenía que ser vista, así, como una gruesa falla en el cumplimiento del libreto.

La otra tendencia crítica era la proveniente del marxismo con ciertas dosis de estructuralismo. Desde este ángulo, la crisis peruana había de ser leída a la luz de las deformaciones inducidas por la peculiar expansión del mercado en el país: un mercado deforme y gestado para la exportación de materias primas que era la expresión de un modelo de desarrollo dependiente. Ese modelo, por último, sería el responsable de las grandes fallas de la sociedad peruana, tales como la inflación y el desempleo estructurales y la reproducción de la marginalidad como una condición de vida inevitable para las nuevas masas urbanas creadas por la destrucción de la economía agraria.

A cada quien lo suyo: si la teoría de la modernización pecó por exceso al ofrecer un esquema rígido para mirar a contraluz, pero con cierta disciplina, la crisis peruana, los marxismos y los estructuralismos de los años sesenta y setenta dieron a la ciencia social cierta potencia teórica renovada para señalar males todavía reconocibles en la organización del país. Lo mejor de lo escrito a partir de la tradición de la CEPAL es buen testimonio de lo que ambas líneas de razonamiento tenían para ofrecer a la comprensión del Perú y de América Latina.

La historia que contó

Desborde popular y crisis del Estado en 1984 no se diferenciaba a primera vista de la que hubiera podido contarse desde las dos grandes tendencias mencionadas. Fue la historia del agotamiento terminal de un Estado tercamente excluyente y su pase a jubilación por parte de los excluidos. Desde la década de 1970 aproximadamente, estos –la población rural de los andes, principalmente– deciden no atenerse más a reglas e instituciones que no han sido concebidas para ellos ni adecuadas a sus necesidades y comienzan a adoptar formas de asentamiento urbano, de ocupación laboral y de reproducción cultural que se apartan y desafían los patrones de organización social y económica instaurados por el Estado desde el siglo XIX. Un Estado que revela todas sus

5

Véase una excelente síntesis de esta visión en Germani, Gino, Sociología de la modernización: estudios teóricos, metodológicos y aplicados a América Latina. Buenos Aires, Paidós, 1971.

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limitaciones y una sociedad que deja de creer en él, constituyen los dos términos del desborde y la crisis anunciados en el título del libro.

La insubordinación es decidida y creciente, pero nunca declarada; no ocurre al calor de una proclama ideológica sino al ritmo de un fenómeno demográfico: las migraciones masivas del campo a la ciudad que tienen su punto de llegada en la capital de la República, las principales ciudades de la costa y las ciudades de mediano desarrollo de los valles andinos. El desafío al antiguo régimen es, al mismo tiempo, integral: se manifiesta en primer lugar en la ocupación ilegal de terrenos en la periferia de las ciudades, se extiende al comercio callejero y a una intrincada red de producción y circulación subterránea de bienes, y acampa, por último, en los predios de la cultura para retar, y a la larga, derrotar, a la cultura hegemónica hasta entonces, que era la de estirpe criolla, hispanizante en sus orígenes y apegada, más tarde, a los usos de estilo de vida estadounidense. Así, en el plano de la convivencia espacial, de la organización económica y de los usos, imágenes y gustos, el Estado peruano y la estática sociedad criolla que él resguardaba se ven obligados a convivir con un orden paralelo. El fruto del desborde es un régimen improvisado, ajeno a toda planificación, construido para satisfacer las urgencias de la supervivencia y del reconocimiento social. Las masas que han tomado la ciudad de Lima desde los años sesenta redefinen los espacios urbanos, crean nuevos distritos donde antes había arenales, replantean el sistema de transporte y de comercio y, lejos de procurar disolverse en la cultura criolla, conservan cada vez con mayor determinación y orgullo sus propias costumbres y gustos. El centro histórico de la ciudad de Lima –constata Matos Mar en 1984– ha adquirido el semblante de una feria comercial andina en medio de la cual, ante la deserción de las elites, subsisten como restos de un naufragio y, huérfanos de legitimidad, los principales emblemas del poder político tales como el Palacio de Gobierno, la sede del Congreso de la República o el Palacio de Justicia.

En ese proceso, Matos Mar reconoce luces y sombras, y esa mirada plural –ese entusiasmo crítico- es indicadora de un momento de tránsito en la reflexión académica sobre el Perú. El desborde es un acto justiciero y pragmático frente a un Estado y una elite nacional demasiado ciegos y carentes de solidaridad con los perdedores del proceso colonial; al mismo tiempo, el resultado de ese desborde es una sociedad difícil de gobernar y, por tanto, de dirigir hacia un horizonte de desarrollo, distinto cualitativamente del de la simple supervivencia. Al mismo tiempo, la afirmación colectiva de los excluidos, resuelta en informalidad, es reconocida como un trance de inclusión a la fuerza, la que más tarde sería llamada, en otros textos, una democratización desde abajo. Pero queda abierta, en la reflexión de 1984, la pregunta sobre si ella sería la base para reconstruir un régimen político mejor.

4 http://www.cholonautas.edu.pe -

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Veinte años después, en la reflexión actualizada del propio autor, se ensaya una respuesta afirmativa: las barriadas de ayer son los potentes centros urbanos, productivos y comerciales que los limeños de los barrios tradicionales llaman los conos norte, sur y este de la ciudad, en los cuales se va afirmando una nueva ciudadanía.6

Las distintas figuraciones del desborde descrito por Matos Mar convergen hacia un vértice, que es el sustrato último de la insubordinación del otro Perú. Se trata del sustrato de las «formas de cultura y de sociabilidad»: irrumpen en la ciudad las formas de organización y de acción colectiva traídas del mundo rural, conquistan carta de residencia fiestas folclóricas y modos musicales andinos antes marginales en Lima. Más significativo aun: lo tradicional y lo moderno, lo urbano y lo rural, lo prestigioso y lo desdeñado dan paso a una cultura híbrida que da testimonio de «un nuevo patrón cultural en ascenso» y que podría ser heraldo de «la formación de una conciencia nacional unitaria».

Este rasgo de la tesis de Matos Mar es doblemente significativo. En primer lugar, porque él manifiesta el giro cultural que empezaban a dar en el Perú unas ciencias sociales hechizadas hasta hacía poco por el poder explicativo de lo económico y lo político-social. En segundo lugar porque el tópico de la conciencia nacional remite la tesis a una intuición enraizada en la tradición de pensamiento crítico sobre el Perú. En efecto, aunque fraseándola en un lenguaje de ciencia social, con fuertes puntos de apoyo en la demostración demográfica,

Desborde popular y crisis del Estado escarba sobre una misma intuición, la de los dos Perúes, que se puede rastrear, en diversas formulaciones, hasta Francisco García Calderón, los indigenismos de los años veinte y la reflexión histórica de Jorge Basadre. Para construir ciencia social sobre la base de esa idea –que habla de un Perú moderno y occidentalizado opuesto a un Perú originario y tradicional, privilegiado uno, marginado el otro– Matos Mar parte de la noción de dualidad, pero para ir más allá de ella: en Desborde popular y crisis del Estado ya queda claro que la sociedad peruana –y por extensión las de América Latina– no están partidas en dos sectores inconciliables entre ellos y homogéneos internamente. Se va abriendo paso, todavía sin el léxico que más tarde se haría de uso común en la ciencia social y los estudios culturales de la región, la idea de una realidad social porosa e inestable, y de culturas dinámicas que han de ser entendidas en términos de síntesis creativas y pragmáticas –hibridismo, por ejemplo- y no en términos de alienación. Esa sociedad y esa cultura, veinte años después, no han terminado de resolverse en un orden incluyente y democrático. O dicho de otro modo: la población peruana empuja en esa dirección mediante la rebeldía creativa que Matos Mar

6

Sobre la tesis de la construcción de la ciudadanía desde abajo, esbozada en Desborde Popular y Crisis del Estado, hay un desarrollo sistemático posterior en Sinesio López, Ciudadanos Reales e Imaginarios. Concepciones, desarrollo y mapa de la ciudadanía en el Perú. Lima, Instituto de Diálogo y Propuestas, 1997.

5 http://www.cholonautas.edu.pe -

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describe, pero el Estado no quiere darse por notificado y se niega a crear las instituciones necesarias para que la crisis de crecimiento dé lugar a una democracia

Jose Matos Mar

José Matos Mar

José Matos Mar es un reconocido antropólogo peruano, nacido en Coracora, Ayacucho. Estudió en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos y luego en la Universidad de París. Ha sido fundador y director del Instituto de Estudios Peruanos, asesor de UNICEF en México para formular estrategias de combate a la pobreza (1995-1997), consultor del Instituto Panamericano de Geografía e Historia (IPGH) en México (1999-2003), entre otros cargos.

[editar] Publicaciones

  • Desborde popular y crisis del Estado. Veinte años después (Fondo Editorial del Congreso de la República, Lima 2004)
  • Desborde popular y crisis del Estado. El nuevo rostro del Perú en la década de 1980 (IEP, Lima, 1984)
  • Taquile en Lima. Siete familias cuentan... (Fondo Internacional Para La Promoción de la Cultura. UNESCO y Banco Internacional del Perú, Lima) 1986.
  • La reforma agraria en el Perú (con la colaboración de José Manuel Mejía, IEP, Lima 1980)
  • Las Barriadas de Lima 1957 (IEP, Lima 1977)
  • Perú Problema - cinco ensayos (compilador, IEP, Lima 1968)
  • Erasmo. Yanacón del valle de Chancay (con la colaboración de Jorge A. Carbajal, IEP, Lima 1974)
  • Memorias. Por Luis E. Valcarcel (editor, IEP, Lima 1981)
  • Revista América Indígena (20 vol.)
  • Anuario Indigenista (50 vol.)

[editar] Véase también

domingo, 16 de octubre de 2011

Los sietes demonios de la cristiandad

Seven princes of Hell

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The seven princes of Hell are, in Christian demonology tradition, the seven highest demons in Hell.

The seven demon princes can be seen as Hell's equivalent to the Seven Archangels of Heaven.

Often, each demon prince corresponds to one of the seven deadly sins. As with the seven Archangels, a definitive list is hard to find, with different religious traditions and sects offering different names. Often considered an authoritative list, the demon princes according to Peter Binsfield, a Jesuit, written in 1589, are as follows:

[edit] See also

[edit] References

  1. ^ Encyclopedia of Demons and Demonology, By Rosemary Guiley, p. 28-29, Facts on File, 2009.
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lunes, 11 de julio de 2011

Ayn RAND

Ayn Rand

Ayn Rand
Nombre completo Alisa Zinov'yevna Rosenbaum
Nacimiento 2 de febrero de 1905
San Petersburgo Bandera de Rusia
Defunción 6 de marzo de 1982 (77 años)
Nueva York Bandera de los Estados Unidos
Seudónimo Ayn Rand
Ocupación filósofa, novelista, ensayista.
Lengua de producción literaria inglés
Lengua materna ruso
Movimientos objetivismo
Cónyuge Frank O'Connor
Firma Sign Ayn Rand.png

Ayn Rand, seudónimo de Alisa Zinovievna Rosenbaum (San Petersburgo, Imperio ruso, 2 de febrero de 1905Nueva York, Estados Unidos, 6 de marzo de 1982), filósofa y escritora estadounidense de origen ruso, ampliamente conocida por haber escrito los bestsellers El manantial y La rebelión de Atlas, y por haber desarrollado un sistema filosófico al que denominó «objetivismo».

Rand defendía el egoísmo racional, el individualismo, y el capitalismo laissez faire, argumentando que es el único sistema económico que le permite al ser humano vivir como ser humano, es decir, haciendo uso de su facultad de razonar. En consecuencia, rechazaba absolutamente el socialismo, el altruismo y la religión.

Entre sus principios sostenía que el hombre debe elegir sus valores y sus acciones mediante la razón, que cada individuo tiene derecho a existir por sí mismo, sin sacrificarse por los demás ni sacrificando a otros para sí, y que nadie tiene derecho a obtener valores de otros recurriendo a la fuerza física.[1]

Teniendo la convicción de que los gobiernos tienen una función legítima pero limitada, a Ayn Rand no se le puede confundir con una anarquista, pudiendo en cambio ser considerada liberal y minarquista, pese a que ella nunca aplicó este último término para referirse a sí misma.

Contenido

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[editar] Vida

Ayn Rand (Алиса Зиновьевна Розенбаум) (Alisa Zinovievna Rosenbaum) nació el 2 de febrero de 1905 en San Petersburgo (Rusia), la mayor de tres hermanas de una familia judía, cuyos padres no eran practicantes de esta religión. Desde muy joven sintió un fuerte interés por la literatura y por el arte cinematográfico, empezando a escribir novelas y guiones a los 7 años. Leyó las novelas de Alejandro Dumas, Walter Scott y otros escritores románticos, y expresó un apasionado entusiasmo por el movimiento romántico. Descubrió a Víctor Hugo a los trece años: quedó prendada por sus novelas. Aprendió francés gracias a su madre, y estudió Filosofía e Historia en la Universidad de San Petersburgo.

En 1924 comenzó a estudiar en el Instituto Estatal de Artes Cinematográficas, ya que su ambición personal era la escritura de guiones cinematográficos. Allí siguió escribiendo historias cortas, guiones y anotaciones esporádicas en su diario, en el que expresó ideas intensamente antisoviéticas. Descubrió también en la Universidad a Nietzsche, de quien apreciaba mucho su exaltación de lo heroico y del individuo heroico, aunque años más tarde criticó fuertemente lo irracional de su filosofía.

Su mayor influencia fue Aristóteles, al que consideraba el mayor filósofo del mundo y apreciaba en especial su Órganon ('Lógica').

Ayn Rand detestaba a Rusia, sobre todo desde la revolución de 1917, que había expropiado a su padre su negocio de farmacia y empeorado aún más sus condiciones de vida. Conociendo Nueva York por las películas estadounidenses, Ayn Rand tenía muy claro que quería emigrar a los Estados Unidos. Años más tarde escribió "Los que vivimos", un relato de primera mano de esos años y de la atmósfera de la Rusia de entonces, sobre el cual dijo: «es lo más cercano a una autobiografía que haya escrito nunca».

A finales de 1925, Ayn Rand consiguió un visado para abandonar el país y visitar a parientes suyos ya establecidos en Estados Unidos a donde llegó en febrero de 1926, con 21 años.

Tumba de Ayn Rand y de su marido.

Ayn estuvo un tiempo en casa de sus parientes en Chicago. Más tarde se trasladó a Hollywood donde aceptaba cualquier tipo de trabajo para pagar sus gastos básicos. Casualmente conoció allí a Cecil B. DeMille, quien se interesó por esta rusa recién llegada a Estados Unidos y fascinada por el mundo del cine. Cecil B. DeMille le mostró el funcionamiento básico de un estudio de cine y le ofreció trabajo como extra, que Ayn Rand aceptó, y apareció así de forma visible entre los extras en el metraje definitivo de Rey de reyes [1] (metraje visible en el documental en el DVD Ayn Rand, a sense of life). En el rodaje de la película conoció, además, al que sería su marido el resto de su vida: el también actor Frank O´Connor, con quien se casó en 1929.

En 1931 Ayn Rand adquirió la ciudadanía de los Estados Unidos de América.

En 1936 escribió: «Llámenlo destino o ironía, pero yo nací, entre todos los países de la Tierra, en el menos conveniente para una fanática del individualismo: Rusia. Decidí ser escritora a la edad de nueve años, y todo lo que he hecho se ha circunscrito en tal propósito. Soy estadounidense por elección y convicción. Vine al mundo en Europa, pero soy emigrada a los Estados Unidos de América porque éste era el país donde una podía sentirse totalmente libre para escribir».

Ayn Rand estaba muy satisfecha de ser ciudadana estadounidense, y en 1973 dijo en una conferencia que dio en West Point: «Puedo decir, y no como un mero patrioterismo, sino con el conocimiento completo de las necesarias raíces metafísicas, epistemológicas, éticas, políticas y estéticas, que los Estados Unidos de América es el más grande, noble y, en sus principios fundadores originales, el único país moral en la historia del mundo».

Ayn Rand murió en 1982. Está enterrada junto a su marido en el cementerio de Valhalla (Estado de Nueva York).

[editar] Principales obras de ficción

Las novelas más importantes de Ayn Rand son los best-sellers El manantial (1943) y La rebelión de Atlas (1957).

Sus novelas se basaban en el arquetipo del héroe randiano, un individuo racional digno de vivir en la tierra, ya que puede lograr lo mejor de sí mismo, un hombre cuya habilidad e independencia lo hacen entrar en conflicto con los hombres-masa, pero que aun así persevera, alcanzando finalmente la realización de sus valores.

[editar] Red Pawn

En 1932 consigue vender su primer guión cinematográfico, Red pawn (Peón rojo), a los estudios Universal.

[editar] La noche del 16 de enero

En 1934 Ayn escribe la obra de teatro The night of january 16th (La noche del 16 de enero, conocida también como Penthouse legend), que incorpora la novedad absoluta en el mundo del teatro de incorporar al público que desee participar en un «jurado» al final de la obra que debe decidir sobre la inocencia o culpabilidad de la protagonista. En la nota inicial dirigida al productor de la obra, Ayn Rand explica:

La obra está construida de tal manera que las pruebas de la culpabilidad o la inocencia de la acusada están cuidadosamente contrapesadas, y la decisión se basará en el carácter y valores del jurado. Es realmente a la audiencia a la que se juzga. En palabras del abogado defensor: «¿A quién se juzga en este caso? ¿A Karen Andre [co-protagonista de la obra]? ¡No!, son ustedes, damas y caballeros del jurado, quienes están siendo juzgados. Son sus almas las que serán puestas a la luz cuando hayan tomado su decisión».
Ayn Rand

La obra se sigue representando con éxito como parte del repertorio «clásico» de obras de teatro para compañías de aficionados.

[editar] Los que vivimos

En 1936 publica We the living ('Los que vivimos'), que, según Ayn Rand fue lo más parecido a una autobiografía que hubiese nunca escrito. En Los que vivimos se narra la vida dramática de una mujer de espíritu independiente bajo el régimen totalitario soviético.

La novela no fue bien recibida inicialmente en Estados Unidos, que estaban sumergidos en la Gran Depresión y en lo que a veces allí se llama la «década roja», esto es, la década de máximo apogeo de las ideas socialistas y comunistas en aquel país.

Sin el permiso ni el conocimiento de Ayn Rand (quien se enteró de toda la historia después de la Segunda Guerra Mundial), la Italia de Mussolini rodó en 1942 dos películas basadas en la novela: Noi vivi y Addio, Kira, de los estudios Scalara Films. Las películas eran un intento de propaganda antisoviética por parte del régimen italiano, y fueron un gran éxito en Italia. Orgullosos de su éxito, prepararon copias que enviaron a los nazis alemanes, quienes se enfurecieron al ver la película y aconsejaron a los italianos su inmediata retirada de la circulación. Los jerarcas nazis (más coherentes en su ideología antiliberal que los italianos) percibieron inmediatamente que el mensaje del libro no era tan sólo antisoviético, sino además antitotalitario, y que el libro no criticaba sólo el totalitarismo soviético, sino cualquier forma de totalitarismo.[2] Estas películas fueron también proyectadas sin permiso de Ayn Rand en la España de Francisco Franco. Ayn Rand pidió derechos atrasados a ambos países.[3] Finalmente, Ayn Rand aún en vida autorizó una reedición de estas películas, las cuales fueron finalmente comercializadas para vídeo doméstico en 1986.[4]

[editar] Himno

Artículo principal: Himno

Himno (Anthem, titulada ¡Vivir! en las primeras ediciones en español) es una novela corta que presenta en términos altamente simbólicos la lucha de un individualista contra una sociedad del futuro en la cual el colectivismo ha triunfado. Se trata de una distopía en la que el concepto de individualidad ha desaparecido (por ejemplo el pronombre «yo» ha sido eliminado del lenguaje) y en la que se aprecian numerosas similitudes con la novela Nosotros (1921), de Yevgeni Zamiatin, pero también notables diferencias en el tono (serio en Rand, satírico en Zamiatin) y en el discurrir de la historia. Los temas que constituyen el núcleo de Himno serán desarrollados en posteriores obras extensas de Rand, como El manantial y La rebelión de Atlas.

Himno no encontró editor en Estados Unidos, y fue publicada primero en el Reino Unido en 1938. Por razones algo abstrusas, es la única obra de Rand que se encuentra en el dominio público en Estados Unidos (no así en otros países) lo que ha permitido incorporarla al Proyecto Gutenberg.

[editar] El manantial

Artículo principal: El manantial

En 1943 vino el primer éxito importante de Ayn Rand como novelista, con la publicación de El manantial (The fountainhead). El libro, que había tardado siete años en escribir, fue rechazado por 12 editores, hasta que, en la editorial Bobbs-Merrill, un editor joven le espetó a su jefe: «Si este no es un libro adecuado para usted, entonces yo tampoco debo trabajar para usted».[5]

En 1949 una versión fílmica de El manantial fue realizada y dirigida por King Vidor. Protagonizada por Gary Cooper (Howard Roark), Patricia Neal (Dominique Francon), Raymond Massey (Gail Wynand) y Kent Smith (Peter Keating).

El guión fue escrito por Ayn Rand, y controlado minuciosamente por ella misma de una forma completamente desacostumbrada en Hollywood, donde los estudios se toman todo tipo de libertades con los guiones originales. En varias ocasiones durante el rodaje, Ayn amenazó con suspender todo el proyecto si el guión sufría la más leve modificación. Tanto Gary Cooper como Ayn Rand no quedaron satisfechos con la película. Gary Cooper, quizás ya demasiado mayor para un papel que en libro corresponde a un hombre joven, pronunció el famoso discurso final sin entenderlo realmente, cosa que se nota en la entonación y el énfasis. Ayn Rand tuvo que luchar mucho para mantener la integridad del guión, y aun así tampoco quedó satisfecha con la película, llegando a afirmar que lo único bueno que tenía era que conseguiría nuevos lectores para la novela. No obstante, la película es muy apreciada hoy en día en círculos objetivistas, y, dado lo irregular de su distribución, suele estar disponible en redes P2P.

El fundamento de El manantial es el individualismo y el colectivismo en el alma humana. La obra se concentra en la vidas de los cinco principales personajes. El héroe, Howard Roark, es la persona ideal para Rand: Un arquitecto intransigente que está completamente entregado firmemente, aun cuando de manera serena, a sus ideales, especialmente creyendo que ninguna persona debe jamás copiar el estilo de otra, sobre todo en el campo de la arquitectura. A lo largo de la novela todos los demás protagonistas en algún momento u otro, por diferentes razones y con distintos grados de énfasis le piden que renuncie a algunos de sus principios. Sin embargo Howard se mantiene incólume y no compromete su integridad. Un aspecto interesante e impactante de la personalidad de Howard es que, en contraste con las formas acostumbradas de los héroes típicos, no se lanza a explicar sus puntos de vista y por qué el mundo no es lugar justo por medio de largos y apasionados sermones y monólogos; todo lo contrario, Howard lo hace de forma desdeñosa, lacónica y altiva.

[editar] La rebelión de Atlas

Artículo principal: La rebelión de Atlas

La rebelión de Atlas (Atlas Shrugged) es por muchos considerada la obra de ficción más completa y poderosa de Rand sobre la filosofía objetivista. En los años ochenta, la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos hizo una encuesta, preguntando cuál era el libro que mayor influencia había tenido en la vida de los encuestados. El primero en el ránking fue La Biblia, el segundo, La rebelión de Atlas.

Más individuos pasan a ser libertarios por haber leído La rebelión de Atlas que por ningún otro motivo.[6]

El libro narra la decadencia de los Estados Unidos como consecuencia del excesivo intervencionismo del gobierno. A pesar de que el libro se escribió entre los años 1946 y 1957, algunas personas ven en la lectura del proceso de destrucción económico que el libro narra, una situación de deterioro económico similar al vivido por Cuba a partir de 1960. [cita requerida]

El libro divide la fibra social de Estados Unidos en dos clases: la de los «saqueadores» y la de los «no saqueadores».

  • Los «saqueadores» están representados por la clase política (místicos del músculo) y los cultos religiosos (místicos del espíritu) que piensan que toda actividad económica debe estar regulada y sometida a una fuerte imposición fiscal.
  • Los «no saqueadores» son hombres emprendedores, los capitanes de empresa y los intelectuales que piensan que la solución está justamente en todo lo contrario. Entre ellos, y más en concreto, de los patronos, surge un movimiento de protesta que se concreta en una huelga de empresarios acompañada de sabotajes y desapariciones de empresarios y emprendedores, que desaparecen misteriosamente. El líder de este movimiento es John Galt, a la vez un filósofo y científico.

Galt, desde su escondite en las montañas, da órdenes, sugiere iniciativas y mueve todos los hilos. Junto con él, se refugian los principales empresarios. Durante el tiempo que dura la huelga y la desaparición de los empresarios, el sistema estadounidense se va hundiendo bajo el peso del cada vez más opresivo intervencionismo estatal. La obra termina cuando los empresarios deciden abandonar su escondite de las Montañas Rocosas y regresan a Wall Street y a los centros de decisión; marchan encabezados por el dólar, símbolo que Galt ha elegido como estandarte de su particular rebelión.

Rand quería llamar a su novela La huelga; el título de La rebelión de Atlas le fue sugerido por su esposo, pues así equipara el empresario al titán mítico que carga a sus espaldas los destinos del mundo. Cuando la obra apareció, llamó la atención por lo atrevido y osado del planteamiento para ese entonces. Hasta ese momento, ni siquiera en Estados Unidos, alguien se había atrevido a realizar un planteamiento en el que los empresarios eran los buenos y el Estado el malvado.

Para Ayn Rand, el hecho de que una huelga pudiera hundir en el caos a los Estados Unidos es la confirmación de que el país no puede vivir sin su clase empresarial, que la política debe subordinarse a las necesidades de la economía empresarial y, finalmente, que es preciso volver al espíritu de los primeros colonos que se sublevaron contra Inglaterra en el siglo XVIII: lucharon contra el intervencionismo estatal y en defensa de sus derechos individuales. Lo que propone Rand es volver al origen de la tradición americana, solo que el héroe ya no es un granjero que se subleva contra los ingleses, sino el patrono que lucha contra el intervencionismo subyugante del estado y cuyo esfuerzo es el que verdaramente crea riqueza.

Al poco tiempo de salir se vendieron cuatro millones de ejemplares de la obra. Luego de este libro, sólo escribió ensayos, en los que desarrolló explícitamente las premisas filosóficas implícitas de La rebelión de Atlas. Uno de esos ensayos, La virtud del egoísmo es considerado uno de los manifiestos principales de la corriente filosófica de Rand.

[editar] Obra filosófica

Artículo principal: Objetivismo

Ayn Rand sostenía:

  1. La vida como fundamento de los derechos.
  2. La razón de cada individuo debe elegir qué valores quiere para su vida y los medios para alcanzarlos.
  3. El individuo tiene derecho a existir para sí mismo, sin sacrificarse por los demás ni sacrificando a los demás para sí mismo.
  4. Nadie tiene derecho a iniciar el uso de la fuerza física contra otro ser humano, sea cual sea el fin que quiera obtener.
  5. La realidad existe de forma absolutamente objetiva. Los hechos son los hechos independientemente de los sentimientos, deseos y temores del hombre.

En La virtud del egoísmo Rand escribió sobre la vida:

«Hay solo un derecho fundamental (todos los otros son sus consecuencias o corolarios): el derecho del hombre a su propia vida. La vida es un proceso de autosustento y acción autogenerada; el derecho a la vida significa el derecho a ocuparse en el autosustento y la acción autogenerada lo que significa que la libertad es tomar todas las acciones requerida por la naturaleza de un ser racional para el sustento, el fomento, la satisfacción y el disfrute de su propia vida».

En Derechos del hombre dijo:

«El derecho a la vida es la fuente de todos los derechos y el derecho a la propiedad es solo su realización. Sin derechos de propiedad, ningún otro derecho es posible. Ya que el hombre tiene que sostener su vida por su propio esfuerzo, el hombre que no tiene derecho al producto de su esfuerzo no tiene medios de sostener su vida. El hombre que produce mientras otros disponen de su producto es un esclavo».

En La rebelión de Atlas escribió sobre el trabajo manual, los empresarios y los inventores:

«El hombre que no hace más que labor física consume el valor material equivalente a su propia contribución al proceso de producción y no deja más valor ni para sí mismo ni para otros. Pero el hombre que produce una idea en cualquier campo de empeño racional el hombre que descubre nuevo conocimiento- es el permanente benefactor de la humanidad...».
«[E]l hombre que crea una nueva invención recibe un pequeño porcentaje de su valor en términos de pago material, no importa qué fortuna haga».

[editar] Ideología político-económica

Ayn Rand no se consideraba a sí misma como «de derechas» (tampoco «de izquierdas»). En innumerables ocasiones Ayn Rand declaró «I am not a conservative» («No soy conservadora»), al mismo tiempo que declaraba vehementemente su oposición a Ronald Reagan. En el espectro político usualmente se la ubica en la derecha política por su apego a un tipo de individualismo «heroico» y capitalista.

Lo que parece claro es que Ayn Rand no es una conservadora. Desde cierto punto de vista, se la puede considerar como una seguidora del ideal liberal libertario o simplemente «liberal». Ella estaba de acuerdo en buscar la maximización de los derechos del individuo desde un análisis liberal individualista; sin embargo, Rand también buscaba maximizar lo que consideraba beneficios de la propiedad privada y del sistema capitalista, lo cual se identifica con los conservadores, estos a su vez considerados de «derecha». No obstante, Ayn Rand denostó hasta su muerte a los liberales libertarios, a los que llamaba «hippies de derechas».

Algunos puntos de la ideología de Ayn Rand exponen lo anterior y demuestran que no era de lo que se conoce como la estricta derecha conservadora:

  • Ayn Rand defendía el ateísmo como única postura racional ante el concepto Dios, al que consideraba indemostrable racionalmente, es una suma de contradicciones metafísicas, y, por lo tanto, un atentado contra el funcionamiento mental del hombre que lo acepte.
  • Ayn Rand defendía la total libertad a la hora de producir, distribuir (sólo a adultos) y consumir cualquier tipo de drogas, a pesar de condenar radicalmente su consumo como un atentado contra lo más valioso que tiene cada individuo: su mente. Como afirmó repetidamente, la libertad, si nos tomamos el concepto en serio, supone también la libertad para equivocarse, y, si alguien quiere tomar drogas, la libertad para suicidarse.
  • Ayn Rand condenaba absolutamente el reclutamiento forzoso de soldados, al que equiparaba con la esclavitud. Llegó a afirmar que todas las proclamas sobre la importancia del derecho a la propiedad hechas por los derechistas en Estados Unidos era palabras huecas, ya que apoyaban la conscripción forzosa en el ejército. ¿Qué sentido tiene el tener derecho a tener una cuenta corriente si uno no tiene derecho a su propia vida?, afirmó.
  • Ayn Rand defendía el derecho absoluto a las mujeres a abortar si así lo deseasen, ya que cada individuo tiene un derecho absoluto sobre su vida y su cuerpo.
  • Ayn Rand defendía un estado mínimo (era una minarquista), algo diametralmente opuesto a la proclama fascista «todo dentro del Estado, nada fuera del Estado».
  • Ayn Rand defendía el derecho absoluto a distribuir, entre adultos, cualquier tipo de texto o medio audiovisual, incluida propaganda nazi, comunista o pornografía (que aborrecía, al considerarla como un atentado contra la sexualidad y el buen gusto, pero cuyo derecho a ser producida y distribuida defendía vehementemente). Sostenía que «las ideas no delinquen», y que sólo se debían castigar los actos delictivos. Afirmaba que cualquier intento de que el estado limitase la expresión de ideas «erróneas», «equivocadas» o «peligrosas» sólo podía terminar en una censura total de las ideas «impopulares».

Basándose en el principio de que la esfera de la libertad del individuo sólo puede autorrealizarse a través de la propiedad privada, Ayn Rand reconoce en el sistema político capitalista la afirmación de la economía libre y el ideal del autointerés personal mediante la cooperación social en el mercado. Partiendo de esta base miseana, Rand procede a identificar mediante el principio de no-agresión al trabajo personal. En esto la doctrina de Ayn Rand es coincidente con lo sostenido por lo que se considera la derecha liberal, por cuanto las desigualdades no serían estructuralmente impuestas por la sociedad, sino producto de la utilidad desigual de los bienes productivos en el mercado libre, sean estos el capital o el trabajo asalariado. Desasociaba así cualquier relación necesaria entre poder económico (defensivo) y poder político (agresivo), presentándolos como opuestos naturales, así como reinterpretó y legitimó la desigualdad de oportunidades por no ser dependiente de la cuantía del dinero sino de su uso productivo en el mercado, idea que desarrolló junto a Alan Greenspan en Capitalism: the unknown ideal.

Su filosofía ha sido así apologética del orden social capitalista puro sin interevención gubernamental, y por ende el modelo, a la vez ético y utilitario, para muchos grandes empresarios en la búsqueda del éxito en los negocios que no dependan de la coerción política. La influencia del egoísmo individualista racional randiano se puede rastrear hasta la obra de Milton Friedman al respecto de la idea de internalización de las externalidades limitando la responsabilidad corporativa al beneficio de los accionistas, así como en los trabajos de Robert Hessen y Stephen Hicks sobre la ética en los negocios.

[editar] Ideas estéticas

Las ideas de Rand sobre estética giran en torno al concepto de lo que ella llamaría «realismo romántico», que suele referirse al arte que trata los temas de la volición y de los valores humanos, reconociendo también la importancia de la técnica artística y del reconocimiento de la realidad. El realismo romántico plasma frecuentemente a seres humanos heroicos en situaciones de alegría y triunfo vital, con un fondo optimista y una estimación positiva de la Ciencia y de la Técnica. A menudo hay referencias más o menos sutiles a Ayn Rand en estas obras.

Aun habiendo sido utilizado anteriormente, el término fue popularizado por Ayn Rand. Ayn Rand definió al realismo romántico como la representación de las cosas y de los seres humanos «como podrían ser y deberían ser», tomando estos conceptos de Aristóteles.

  • «Podrían ser» implica realismo, en contraposición con la mera fantasía.
  • «Deberían ser» implica una visión moral y un estándar de belleza y virtud.

Esta combinación está basada en la idea de que los valores heroicos son racionales y realistas, ya que el realismo romántico considera como falsa la dicotomía entre realismo y romanticismo.

[editar] Algunos personajes influidos por Ayn Rand

  • Alan Greenspan, ex-presidente de la Reserva Federal estadounidense. Greenspan conoció a Ayn Rand en 1952, y ambos quedaron mutuamente impresionados por su inteligencia.[7] Greenspan estuvo varios años en el núcleo del así llamado Colectivo Objetivista, y existe una famosa fotografía en la que aparece posando entre Ayn Rand, Leonard Peikoff y Nathaniel Branden. Greenspan asistió al entierro de Ayn Rand. En la actualidad Alan Greenspan se niega a comentar su relación pasada con el "objetivismo".
  • Mike Mentzer (1951-2001), culturista, único participante de la competición Mr. Universo que haya conseguido una puntuación de 100 sobre 100. Creador del sistema de musculación «Heavy Duty».
  • George Reisman, influyente académico y tratadista económico estadounidense, miembro del círculo cercano a Ayn Rand.
  • Leonard Peikoff, filósofo, autor, heredero de Ayn Rand y fundador del Instituto Ayn Rand. Como heredero de Rand, Peikoff es responsable de los derechos de autor de todas sus obras -con la excepción de la novela Anthem (título en español: ¡Vivir!), la cual ha pasado al dominio público. Peikoff tiene asimismo control sobre las traducciones de las obras de Rand al igual que de la edición y publicación de aquellos trabajos todavía inéditos. Peikoff escribe el prefacio de todas las ediciones actuales de las novelas de Rand.
  • Frank R. Wallace: creador de la filosofía la Neo-Tech, científico jefe de la E.I. DuPont de Nemours hasta 1968, fundador de I&O Publishing Co. (actualmente IMA), autor de El descubrimiento Neo-Tech, librepensandor libertario, y abierto admirador del capitalismo laissez faire. En su obra hace referencias a la obra de Ayn Rand y la recomienda a sus lectores, además de hacer hincapié en la filosofía de Aristóteles, a quien considera fuente primaria del objetivismo.
  • Nick Newcomen ha conducido 19.695 kilómetros por 30 estados de Estados Unidos para 'escribir' un texto que se puede ver en el programa Google Earth : "Lee a Ayn Rand". / Artículo de El País

[editar] Obras de Ayn Rand traducidas al castellano

[editar] Novelas

Las cuatro novelas han sido recientemente reeditadas en castellano por la editorial argentina Grito Sagrado.

[editar] Ensayo

  • El nuevo intelectual (For the new intellectual: the philosophy of Ayn Rand, 1961)
  • La virtud del egoísmo (The virtue of selfishness: a new concept of egoism, 1964)
  • Capitalismo. El ideal desconocido (Capitalism: the unknown ideal, 1966)
  • El manifiesto romántico (The romantic manifesto: a philosophy of literature, 1969)
  • Filosofía: ¿quién la necesita? (Philosophy: who needs it, 1982)

Los cinco ensayos han sido recientemente reeditadas en castellano por la editorial argentina Grito Sagrado.

[editar] Críticas

[editar] Filosóficas

El filósofo Robert Nozick, critica la obra de Rand en su libro Socratic puzzles (ISBN 0-674-81654-4). Nozick es liberal libertario, por lo que simpatiza con varias de las conclusiones de Ayn Rand, aunque está en desacuerdo con aspectos fundamentales de su obra. En Socratic puzzles critica el argumento fundacional de la ética de Rand: la proclamación de que la propia vida es, para cada hombre, el valor definitivo, ya que es el valor que hace posibles a todos los demás. Nozick afirma que Rand no explicó por qué alguien no podría preferir racionalmente morir y el no tener ningún valor. De acuerdo con este argumento, la defensa de Rand del egoísmo es una petitio principii, y la solución de Rand al problema del «ser-deber ser» de David Hume no es satisfactoria.

Greg S. Nyquist escribió Ayn Rand contra human nature (Writers Club Press, 2001, ISBN 0-595-19633-0). Según Nyquist, toda la filosofía randiana es fruto de la visión preconcebida que Rand tenía del «hombre ideal».

Scott Ryan escribió Objectivism and the corruption of rationality: a critique of Ayn Rands epistemology (Writers Club Press, 2003, ISBN 0-595-26733-5). Ryan, quien es libertario, considera que la epistemología de Ayn Rand no era correcta.

[editar] Literarias

Las novelas de Rand, al ser publicadas fueron denostadas por la crítica literaria como «terribles» o «malas», aunque también recibieron algunas críticas positivas. Quien no compartió esa opinión fue el público lector, que convirtió desde el principio varias de sus obras en best sellers, tanto dentro como fuera de los Estados Unidos, debido principalmente al boca a boca entre los lectores.

Los expertos en literatura inglesa y la élite cultural progresista en general han ignorado sus novelas. Como excepción, el crítico literario Harold Bloom encontró a la obra de Rand lo suficientemente significativa como para incluirla en su antología crítica American women fiction writers ('escritoras estadounidenses de ficción', Chelsea House, 1998).

[editar] Acusaciones de sectarismo

El movimiento objetivista fundado por Rand (y que fue disuelto tras su separación de Nathaniel Branden en 1968) ha sido acusado de haber sido una secta destructiva.

La primera crítica en este sentido la hizo Murray Rothbard, en su texto The sociology of the Ayn Rand cult ('la sociología de la secta de Ayn Rand')

En 1999 Jeff Walker escribió el libro The Ayn Rand cult ('la secta de Ayn Rand'). Chicago: Open Court. ISBN 0-8126-9390-6.

Michael Shermer, fundador de The Skeptics Society, escribió sobre este tema el artículo «The unlikeliest cult in History» ('la secta más improbable de la historia').[8]

Ayn Rand respondió a estas críticas afirmando que «Un seguidor a ciegas es precisamente lo que mi filosofía condena y lo que yo rechazo. El objetivismo no es una secta mística»[9]

[editar] Críticas personales

Personas que convivieron con Ayn Rand han escrito libros sobre ella en los que mezclan el elogio con la crítica personal.

Estos libros son The passion of Ayn Rand ('la pasión de Ayn Rand'; ISBN 0-385-24388-X), de Barbara Branden y My years with Ayn Rand ('mis años con Ayn Rand'; ISBN 0-7879-4513-7), de Nathaniel Branden.

Ambos autores han sido asimismo criticados en el libro de James Valliant The passion of Ayn Rand's critics (ISBN 1-930754-67-1).

[editar] Bibliografía

  • Ayn Rand a sense of life, 2004, documental de Michael Paxton producido por Strand Releasing.
  • Branden, Barbara: The passion of Ayn Rand: a biography by Barbara Branden, 1986; ISBN 0-385-24388-X (pbk.)
  • Rand, Ayn: Philosophy: who needs it, ISBN 0-451-13893-7
  • Rand, Ayn: Virtue of selfishness, ISBN 0-451-16393-1
  • Rand, Ayn: La rebelión de Atlas, ISBN 987-20951-5-9
  • Rand, Ayn: The Ayn Rand Letters, vol. IV, n.º 2 noviembre-diciembre de 1975. A Last Survey, part I; ISBN 1-56114-147-X

[editar] Referencias

  1. «The principle is: no man may obtain any values from others by resorting to physical force.» "Physical Force". "The Ayn Rand Lexicon" y "The Objectivist Ethics" en "The Virtue of Selfishness", página 32.
  2. Las películas de Mussolini se mencionan en Barbara Branden: The passion of Ayn Rand.
  3. Fuente: The letters of Ayn Rand.
  4. Se reeditaron las películas de Rand en 1986, según IMDB.com.
  5. «Archie Ogden recommended that the book be published. When his superiors disagreed, Ogden countered, "If this is not the book for you, then I am not the editor for you." This was enough to convince them to publish the novel in 1943.» The fountainhead: Introduction. Novels for Students. Ed. Marie Rose Napierkowski. Vol. 16. Detroit: Gale, 1998. eNotes.com. January 2006. 3 July 2010. http://www.enotes.com/fountainhead/introduction
  6. Fuente: The contested legacy of Ayn Rand.
  7. Según Greenspan, de Bob Woodward.
  8. El artículo se publicó originalmente en Skeptic, vol. 2, n.º 2, 1993, pág. 74-81.
  9. «A blind follower is precisely what my philosophy condemns and what I reject. Objectivism is not a mystic cult» (NobleSoul.com).

[editar] Véase también

[editar] Enlaces externos

[editar] En castellano

[editar] En inglés